GAIA SANA
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 sinérgia perfecta de la naturaleza

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Vitamina B-12
Cuando reflexionamos sobre nuestra nutrición y decidimos moderar el consumo de carnes y derivados animales o eliminarlos, nos encontramos con varios temores.
Después del miedo a la falta de proteína y a la falta de hierro, llega el miedo a la falta de Vitamina B-12. En los medios de comunicación a menudo se habla de esta vitamina, de lo terrible de su falta: anemia perniciosa, degeneraciones nerviosas irreversibles e incluso la muerte.
Publicitado como el destino inevitable de veganos... es común sentir algún temor como mínimo, incluso sin ser vegano.
Dicen también que la vaca y el hígado de vaca son las mejores fuentes de B-12.
Mas
¿dónde obtiene la vaca herbívora esta vitamina si es herbívora?

La vitamina B-12 es sintetizada por las bacterias amistosas/fermentativas presentes en el tracto intestinal del animal. Esto se aplica a todos los animales vegetarianos.
También al ser humano.


Una deficiencia de vitamina B-12, (que puede derivar en anemia) no se debe necesariamente a una deficiencia dietética,
mas bien a que la habilidad de absorberla está dañada.



Las bacterias putrefactivas que se instalan en una flora intestinal desequilibrada por una dieta alta en productos animales y cárnicos pueden llegar a destruir las bacterias amistosas fermentativas necesarias para la absorción y síntesis de muchos nutrientes, incluida la vitamina B-12. La mayor causa de putrefacción (y por tanto de flora putrefactiva) es la ingesta de proteína animal, mas también puede producirse como resultado de malas combinaciones de alimentos, exceso de alimentos concentrados muy proteínicos, aditivos químicos y medicamentos.



La B-12 se sintetiza básicamente a nivel bacteriano.
Podemos encontrar B-12 en plantas (pequeña cantidad) y animales (mayor cantidad), mas siempre proviene de las bacterias que habitan y crecen en ellos. En cualquier planta y fruto encontramos una pequeña cantidad de esta vitamina, y en mayor cantidad en plátanos, dátiles, verduras, semillas de girasol, en las algas marinas kelp, wakame y nori, la espirulina, y la levadura nutricional.
Además la clorofila que encontramos en brotres verdes y hojas verdes es la fuente más abundante de porfirina, la molécula precursora de la B-12.
Lo importante es conseguir una buena absorción de esta vitamina (y de todas) por nuestro organismo. Para ello podemos llevar una dieta con poco (o nada) producto animal y rica en vegetales y frutas, escuchar las combinaciones que favorecen el trabajo estomacal e intestinal, intentar comer alimentos sin aditivos químicos y pocos (o ningún) medicamento.




​Hay otros factores a tener en cuenta:

-La B-12 es hidrosoluble y termosensible
(en la cocción se destruye un mínimo del 50% hasta el 90%)
Por tanto se obtiene mejor a través de alimentos crudos.


-El ser humano necesita sólo un microgramo diario o menos.


-Un ser humano adulto secreta cada día a través de la bilis unos 4 gramos de vit. b-12.


-El cuerpo puede almacenar una reserva de esta vitamina entre 2 y 8 años.


-Un consumo excesivo de grasa, proteína y tóxicos cómo el tabaco, el alcohol o los fármacos,
incrementan la necesidad corporal de B-12, a la vez que interfieren en su absorción.




Por tanto:
Un ser humano con dieta habitual en carnes y productos lácteos puede tener deficiencia de la vitamina B-12 (y es común)
a causa del exceso de proteínas, el desequilibrio de la flora intestinal, la abundancia de cocción,
y un posible flujo biliar reducido (malfunción hepática) por el desgaste y cansancio del hígado.



Y un vegano o vegetariano tampoco tiene garantizada su correcta absorción,
por todos los factores anteriormente explicados que intervienen
para conseguir que la capacidad de síntesis y absorción sea la adecuada.



Dependerá de como cada ser humano conjugue cada uno de estos factores.
Es decir, en una sociedad como la nuestra nada garantiza más el nivel adecuado de B-12 en el organismo que nuestra responsabilidad alimentaria y hábitos de vida en general. Nuestra mirada holística hacia la nutrición y responsabilidad con nuestra propia salud.


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​Los suplementos  

Los suplementos son un concepto muy nuevo en la historia de la humanidad (y por tanto poco observados sus efectos a largo plazo). Durante siglos y siglos no existió nada parecido.
Han surgido instaurando en las personas la creencia de que cualquier “enfermedad” se basa en una carencia específica y por tanto se soluciona con una dosis científicamente medible de tal sustancia que te falta.
(Y esto además pasa por alto que un “déficit” o carencia puede existir independientemente de lo que comas o ingieras a base de comprimidos. Si dicho déficit es causado por otras causas, hasta que esas causas no sean revisadas y cambiadas de nada servirá suplementarse. (Puede hacer un efecto aparentemente positivo hoy, mas con certeza la falta de vitamina X va a regresar si no se revisan y mejoran los factores que impiden su absorción)


Algunas causas de déficits: antibióticos, laxantes, diuréticos, contaminación, excesos, combinaciones de alimentos pésimas, putrefacciones y fermentaciones intestinales, estrés, fugas energéticas...)


Ninguna sustancia ingerida puede afectar a un sólo órgano o “parte” del cuerpo.
El cuerpo humano no pone fronteras entre un “territorio” y otro. La sangre y la vida fluyen por todo el cuerpo, y también las toxinas. (Aunque es cierto que cuando hay demasiadas, o poca energía para gestionar su eliminación se encapsulan y guardan en lugares concretos, lo mejor cerrados posibles para alargar la vida.)


Por el mismo motivo, nunca hay un órgano enfermo en un cuerpo sano. El cuerpo está “enfermo” tiempo antes de aparecer los síntomas en un órgano concreto, que se muestra más cansado o debilitado por sus tareas extra, toxinas, falta de energía vital, etc.
Al decir ésto, vienen rápido a la mente enfermedades graves como piedras en el riñón o en la vesícula, cáncer, etc.
Pero un simple resfriado es la misma cosa. A veces notamos la garganta inflamada, o las amígdalas, y pensamos que el resto del cuerpo está “normal” que nuestra zona enferma es esa concreta. Esto no funciona así. Somos un todo, cada célula interligada a otra.


Por una parte hay que recordar cada vez que nos sobreviene una crisis depurativa, que es maravillosa, normal y sana. Es nuestra válvula de escape. Lo que nos permite ir reduciendo el nivel de toxemia de nuestro organismo y sobrevivir bajo el umbral de tolerancia a ésta. (Me refiero a las crisis depurativas que de forma natural decide nuestro cuerpo porque puede manejarlas. Es diferente si estás haciendo ayunos fuertes mal guiados o cambios en tu alimentación drásticos, y tienes mucha toxemia acumulada, podrían sobrevenir crisis muy desagradables. Pero ese es otro tema.)
Vivimos en un entorno tóxico, en una sociedad con varías costumbre tóxicas, (contaminación, ondas electromagnéticas, wifi 24h, aires acondicionados, pocos árboles, plásticos, sartenes que pierden teflón, comidas con ingredientes añadidos en laboratorios, estrés laboral, poca conciliación laboral, competitividad, falta de tiempo para hobbies y relaciones humanas amorosas, etc)


En condiciones así, es normal tener una buena dosis de carga tóxica en tu organismo, aunque intentes comer cada día más conscientemente. El cuerpo humano tiene la capacidad de vivir y gestionar cierta carga tóxica, cuando tiene la energía vital mínima garantizada.


Muchas veces las personas no se enferman porque su cuerpo no tiene la suficiente energía vital para llevar a cabo un trabajo de limpieza intensivo (crisis depurativa). Cuando esto pasa, el cuerpo aprende a convivir con la toxemia, y se ve obligado a ir ampliando poco a poco su línea/umbral de tolerancia a la toxémia (aunque se resiste).
Es decir, una persona con mucha carga tóxica puede ponerse menos enferma que una con poca carga tóxica. Parece extraño, pero así es. Cuanta más energía vital tenga un organismo, con más fuerza e ímpetu se esforzará en eliminar la toxemia acumulada a diario y los tóxicos que puntualmente entran.


Si supieran ésto, se llevarían una gran decepción muchas personas que se piensan sanas y contentas de no enfermar nunca. Se piensan sanas por no tener una “enfermedad”, como si ese fuera el innegable indicativo de salud ideal, dejando de lado que a menudo se sientan cansados, no terminen sus proyectos, no se atrevan a soñar, les cueste salir de situaciones que les desagradan, se enfaden con facilidad, o sientan tristeza con frecuencia, etc.


Por otro lado están aquellas personas (millones) que toman “Suplementos” para prevenir, para aumentar las defensas en el invierno, o primavera, etc. Los suplementos se han puesto muy de moda porque no piden un cambio de estilo de vida. Puedes seguir con tus hábitos nefastos, pero con un chute quedas salvado. Magia. Con una publicidad así es normal que se vendan tanto.
(Recordar aquí también que los estudios científicos son en gran parte contratados para demostrar X efectos, así que son diseñados para que ofrezcan los resultados deseados.)


Tomarse un suplemento para no resfriarse viene a ser como tomar varios cafés para aguantar el ritmo del día.
Quizá si nos dejásemos llevar por la sabiduría del cuerpo y a media tarde no pudiésemos seguir trabajando de cansancio… Nos daríamos cuenta de que trabajamos demasiado, o en un ambiente estresado, o en algo que no nos gusta, o que echamos de menos a la familia, o… tantas cosas. Darnos cuenta es el primer paso para realizar un cambio. (Posiblemente al sistema capitalista no le interese que nos demos cuenta de muchas cosas.)
Quizá un resfriado en medio del invierno nos haría pensar que nos excedimos otra vez en las navidades y post-navidades, o que estamos descansando y durmiendo muy poco y no hacemos caso al biorritmo solar, o que trabajar en una oficina sentados en un ordenador cada día con calefacción central no nos sienta muy bien físicamente...…
Nos tendríamos que quedar en casa a disfrutar del arte del reposo, dar explicaciones en el trabajo, y salir recuperados con un cuerpo más libre de toxemia y más conexión con nosotros mismos.


Cierto es que los virus, bacterias y parásitos están ahí, sueltos por el mundo, forman parte del mundo, mas proliferan en cuerpos con alta toxemia, que viviendo en esta sociedad, en grandes ciudades, somos casi todos.


Surgen dudas normales a los padres y madres que llevan a sus hijos a las guarderías y éstos van empalmando todo tipo de catarros, resfriados, otitis, etc.
Veían a sus hijos sanos en casa, y ahora en la guardería se enferman, así que llega la conclusión rápida de que son los "malignos virus" que acechan niños puros e indefensos y a la sociedad en general. 
Lo cierto es que los niños y niñas que viven es esta sociedad, en las grandes y pequeñas ciudades, con su contaminación y todo lo anteriormente mencionado, más una alimentación generalmente rica en procesados, harinas, químicos y azúcares refinados… todos tienen carga tóxica en sus cuerpecitos, aunque bonitos y pequeñitos.
También es cierto que los organismos tan jóvenes se resisten a ampliar su umbral de tolerancia a la toxemia y tienen de por sí, mayor energía vital, órganos frescos poco cansados.
Entonces llega un virus a un cuerpo con alta toxemia, el niño o niña crea una gran crisis depurativa para remediar dos pájaros de un tiro, que le obliga a tumbarse en casita, cerquita de la familia, recibier mimitos, no quieren comer, ni jugar, ni nada, se entregan bastante bien al proceso de limpieza. (Si les dejan – a menudo se les paran los síntomas con medicamentos, se les obliga a comer, se les ofrecen comidas de difícil digestión y sin hambre, etc)

Y salen más fuertes y limpios que antes, así que con el próximo virus que se encuentren, volverán a tener energía vital para limpiarse rápido en otro resfriado (crisis depurativa). 



Respecto a los niños y niñas decir que cada uno absorbe toxemia del entorno, no únicamente de la comida, y además la heredan. Hay una carga tóxica genética. Y también que los virus de las guarderías se llevan la mala fama, y son los detonantes de muchas gripes, pero con frecuencia ese niño o niña no está preparado para estar separado tantas horas de su madre o figura que lo materna, está en un ambiente un tanto estresante, cerrado, con calefacciones, con poca escucha hacía varias de sus necesidades, con des-respeto de algunas propias y viendo en otros niños frustraciones, rabias, enfados…
Todo esto para rebatir eso de “mi niño está sano y en la guardería coge virus”, en casa no los coge, cierto, más tampoco hay otros factores desgastantes que hay en la guardería.





La propuesta del Higienismo es
poner nuestro foco y atención en aumentar nuestra energía vital,
en vez de conseguir sobrellevar nuestra vida a base de estimulantes o suplementos.

En vez de tomar equinacia para “aumentar las defensas”,
intentar cambiar/llevar/mantener un estilo de vida que permita a nuestro sistema inmunitario continuar fuerte.
(Y eso que la equinacia sería lo más suave y natural que te podrías tomar.)

Escucharnos, respetarnos
parar cuando el cuerpo pide pausa,
comer cuando el cuerpo lo pide,
​ agitarse cuando el cuerpo lo pide…



Recordar otra vez que
 el cuerpo sólo asimila y aprovecha los nutrientes en su sinergia natural con otros,
exactamente en la proporción y combinación diseñados por la naturaleza.
Ni más ni menos.



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Extraer X gramos de vitamina C y pretender que el cuerpo lo asimile como si de la vitamina C que hay en un kiwi o naranja se tratase es poco lógico. Sólo se sustenta gracias a grandes publicidades, marketing, estudios científicos contratados, etc. Y es así porque da mucho lucro.


Consumir suplementos para suplir carencias, para prevenir resfriados, por si acaso, por miedo, etc,
no consigue su objetivo real de tener mejor salud. 

​Incluso si no te resfrías o sientes un “chute de energía” momentáneo que te permite acabar la semana llena de trabajo que tienes planificada, no consigues más salud.
Consigues forzar la máquina,
gastar energía vital que el cuerpo huviera preferido dedicarla a la limpieza/sistema de eliminación y por ahora lo pospondrá,
quizá deba ampliar unos milímetros el umbral de tolerancia a la toxemia,
y un desgaste extra de cada órgano y célula para deshacerse o soportar aquello que has ingerido
con muy buena voluntad,
pero no consigues asimilar.


Los suplementos no se consiguen asimilar correctamente porque están extraídos de su entorno y vitalidad natural,
aislados de la sinérgia natural, sintetizados.
Mas no son inócuos.
Sí crean un efecto en el organismo, aunque no exactamente en deseado, aunque a veces lo parezca en apariencia.
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Ejercicio sugerido de la semana
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Neus Tamarindo  ·    neustamarindo@gmail.com
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